Brindar apoyo a las personas sin hogar

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Cada acto de apoyo, por pequeño que parezca, puede marcar una gran diferencia en la vida de las personas que más lo necesitan. No tener un hogar, un refugio dónde poder dormir, descansar, criarse, resguardarse del mal tiempo o de las malas temperaturas… Es una situación complicada por la que tienen que pasar muchas personas. 
Lo más importante es mostrar compasión, respeto y solidaridad hacia quiénes enfrentan este tipo de circunstancias tan difíciles de afrontar y trabajar juntos para construir comunidades más inclusivas y compasivas.

Las personas sin hogar son aquellas que carecen de vivienda adecuada y estable, y a menudo se ven obligadas a vivir en refugios, albergues temporales, vehículos o en la calle. Toda persona se merece un lugar digno en el que vivir, pero por diversos factores muchos individuos viven sin hogar en precarias condiciones. Esta situación puede ser el resultado de una combinación de elementos, que incluyen la pérdida de empleo, problemas de salud mental, adicciones, violencia doméstica, falta de redes de apoyo social, pobreza y falta de vivienda asequible.

A diario, las personas sin hogar se tienen que enfrentar a numerosos desafíos que no quieren vivir, como por ejemplo ¿Cómo sobrevivir sin techo? ¿Cómo resguardar a mi familia si ni siquiera yo tengo un lugar donde poder vivir? Y, como estas dificultades, muchas más, que no se dan a conocer, que van desde la falta de acceso a alimentos, atención médica y servicios de higiene hasta la estigmatización social, la discriminación y la vulnerabilidad a la violencia y el abuso. Ligado a la falta de vivienda estable se encuentra el inconveniente de la búsqueda de empleo. Es el pez que se muerde la cola… Muchos apuntan que la solución no es dar para comer el pez, sino dar la caña para que los puedan pescar. Esta metáfora hace referencia a la búsqueda de empleo, para tener una buena y estable situación económica y poder tener más oportunidades para optar a una vivienda. El acceso a la educación y el mantenimiento de relaciones personales y familiares también son primordiales para evitar este tipo de circunstancias.

Para abordar la situación de las personas sin hogar, es fundamental adoptar un enfoque integral que incluya la provisión de refugio y servicios básicos, la atención médica y la salud mental, el apoyo social y la capacitación laboral, así como políticas y programas que recojan las causas subyacentes de la falta de vivienda, como la pobreza, la falta de acceso a servicios de salud y la escasez de viviendas asequibles.

Hay muchas maneras de ayudar a las personas sin hogar e intentar que estas brechas sociales disminuyan. Las organizaciones benéficas, los gobiernos locales, las comunidades religiosas y los voluntarios desempeñan un papel importante en la prestación de servicios y apoyo a las personas sin hogar, trabajando para ofrecer asesoramiento y programas de reintegración social. Con todo y esto, no debemos de olvidarnos de que el apoyo debe ser continuo y supone una colaboración entre múltiples sectores de la sociedad. 

También existen ayudas económicas como las donaciones en dinero, alimentos, ropa, mantas u otros artículos. Hay voluntarios que específicamente se encargan de suministrar estas necesidades y otros se encargan de asistir en comedores sociales, tareas administrativas o refugios, que también tienen que ser controlados de alguna manera, y especialmente se encargan de cubrir el apoyo emocional. 

A menudo, las personas sin hogar se sienten invisibles y marginadas. Se tiene que hablar de este tema, se necesitan voluntariados que se tomen su tiempo en escuchar sus historias, mostrar empatía y tratarlas con respeto y dignidad. Hay que aumentar la conciencia pública sobre las causas y las necesidades de las personas sin hogar, haciendo llegar la información a quién no la conoce, para intentar que la frase “no tengo hogar, no sé dónde dormiré esta noche”, desaparezca. 

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