En muchas parroquias, el sacerdote lava los pies de algunos miembros de la comunidad como una representación simbólica de este acto de humildad y servicio. Este sacramento es una de las celebraciones más significativas dentro del calendario litúrgico católico y marca el inicio del Triduo Pascual.
Otro elemento fundamental de esta liturgia es la institución de la Eucaristía. Jesús celebró la Última Cena con sus discípulos, compartiendo el pan y el vino y diciendo: «Esto es mi cuerpo» y «Esta es mi sangre», estableciendo así el sacramento de la Eucaristía, que los católicos creen que es el cuerpo y la sangre de Cristo. La Misa de la Cena del Señor es una oportunidad para que los fieles católicos se unan en comunión con Jesucristo y entre ellos mismos, recordando su amor sacrificial y renovando su compromiso de servicio y amor mutuo.
Al final de la Misa de la Cena del Señor, el altar queda desnudo y se retiran todos los adornos de la iglesia en preparación para la solemnidad del Viernes Santo, recordando la retirada de Jesús al monte de los Olivos antes de su arresto y crucifixión.
El Viernes Santo está marcado por una serie de oficios que conmemoran la Pasión y Muerte de Jesucristo, uno de los momentos más solemnes de la Semana Santa. La Liturgia de la Pasión del Señor se lleva a cabo en la tarde del Viernes Santo y se centra en la lectura de la Pasión de Cristo según uno de los evangelios, seguida de la adoración de la cruz y la distribución de la comunión.
Se lee y se proclama el relato de la Pasión según uno de los Evangelios (generalmente Mateo, Marcos o Lucas), que detalla los sufrimientos y la crucifixión de Jesús. Esta lectura se realiza de manera enfática y a menudo con la participación de diferentes lectores representando los diferentes personajes del relato. Después de la lectura de la Pasión, se presenta una cruz grande ante la congregación para que la adore y medite sobre el sacrificio de Jesús. Los fieles pueden acercarse a la cruz para hacer una reverencia o un gesto de veneración.
Además, se ofrecen oraciones especiales por la salvación del mundo, por la Iglesia y por todas las personas. Se observan momentos de silencio para reflexionar sobre el significado de la Pasión de Cristo y su impacto en la vida de los creyentes.
En muchos lugares, se recrea una procesión del Vía Crucis, que consiste en seguir simbólicamente el camino de Jesús hacia la crucifixión, deteniéndose en estaciones que representan momentos significativos de su sufrimiento.
La Vigilia Pascual marca la Resurrección de Jesucristo. Comienza en la oscuridad de la noche del Sábado Santo y culmina con la alegría de la Resurrección en la mañana del Domingo de Pascua. Durante la vigilia, se llevan a cabo una serie de ritos, incluyendo la liturgia de la luz, la lectura de la historia de la salvación, la renovación de las promesas bautismales y la celebración de la Eucaristía. El cirio pascual, decorado con símbolos cristológicos y el año litúrgico, es llevado en procesión al interior de la iglesia, mientras se proclama: «Cristo, nuestra luz».
En la Liturgia de la Palabra se leen una serie de pasajes del Antiguo Testamento que prefiguran la Resurrección de Cristo, seguidos de lecturas del Nuevo Testamento que relatan los eventos de la Resurrección. Estas lecturas destacan la historia de la salvación y el cumplimiento de las promesas de Dios.
En muchos lugares, los catecúmenos que han estado en preparación para el Bautismo son recibidos en la Iglesia a través del Sacramento del Bautismo, mientras que los fieles ya bautizados renuevan sus promesas bautismales. Este acto simboliza la muerte y resurrección con Cristo y la renovación espiritual de la comunidad cristiana.
Estos son algunos de los principales oficios católicos celebrados durante la Semana Santa. Cada uno de ellos ofrece a los fieles la oportunidad de participar en la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo de una manera significativa y espiritualmente enriquecedora.