La falta de accesibilidad urbana limita la independencia y movilidad de los mayores. Calles adaptadas y transporte accesible son esenciales para garantizar su seguridad y bienestar.
Bajar a la calle, un domingo por la mañana y comprar el pan para comer con tus padres o abuelos es una rutina cotidiana que han adoptado múltiples familias. Llega a ser tan rutinario que ni nos damos cuenta de que este simple gesto puede suponer un problema o dificultad para los mayores. No todas las personas de la tercera edad tienen la misma movilidad, y la mala urbanización no es un buen amigo para aquellos cuya movilidad sea su enemigo. 

Hay muchas calles que no están adaptadas a las personas mayores, ni mucho menos son apropiadas para aquellas que sufren problemas de movilidad y paseen, por ejemplo, en silla de ruedas. Los problemas de accesibilidad urbana afectan cada vez más a las personas mayores, quienes encuentran grandes obstáculos para desplazarse de forma segura y autónoma por la ciudad. 

La falta de rampas, aceras en mal estado, escaleras y un mobiliario urbano poco adaptado son algunos de los elementos que dificultan la movilidad de este colectivo, que constituye más de un 21% de la población de la Comunidad de Madrid, según datos del Instituto Nacional de Estadística (INE). Todos estos inconvenientes provocan que lo que denominamos normal o cotidiano como bajar a comprar el pan un domingo, deje de serlo, porque no pueden por el peligro que supone, o simplemente no pueden porque su silla de ruedas no puede bajar por unas escaleras. 

Una realidad en toda la ciudad

Este fenómeno, que afecta especialmente a los mayores de 65 años, no solo se limita a barrios antiguos o zonas periféricas, sino que también se observa en áreas céntricas. Existen muchas calles que presentan dificultades para las personas con movilidad reducida, debido a que no cuentan con rebajes en los bordillos o barreras arquitectónicas en pasos de peatones y accesos a edificios.

Estas condiciones suponen un riesgo significativo para la seguridad de los mayores. La falta de mantenimiento y adecuación de las aceras y pasos de peatones incrementa el riesgo de caídas, mientras que el mobiliario urbano, como bancos o marquesinas de autobuses, suele carecer de las adaptaciones necesarias. Esta situación obliga a muchas personas mayores a depender de acompañantes para moverse por la ciudad, lo que limita su independencia.

Transporte público, otra barrera

La accesibilidad en el transporte público es otro de los grandes retos. Aunque la red de metro y autobuses ha mejorado en los últimos años, un número significativo de estaciones todavía no cuenta con ascensores o escaleras mecánicas, dificultando el acceso de personas mayores o con movilidad reducida. 

Cinco razones para proteger y hacer accesibles las calles para las personas mayores

  1. Fomentar la autonomía y calidad de vida: para los mayores, la accesibilidad en las calles resulta clave para mantener su independencia. Al contar con aceras amplias, rampas, y pasos de peatones adaptados, pueden desplazarse sin necesidad de ayuda constante. Esto promueve su calidad de vida, les permite hacer actividades cotidianas. 
  2. Reducir los riesgos de accidentes y caídas: las personas mayores son especialmente vulnerables a los accidentes en la vía pública, por lo que unas calles seguras y accesibles son esenciales para reducir caídas y accidentes. Suelos antideslizantes, señalización clara y la eliminación de barreras arquitectónicas (como bordillos altos o desniveles) minimizan el riesgo de lesiones y promueven su seguridad al desplazarse por la ciudad.
  3. Promover la inclusión social: es fundamental para reducir el aislamiento social que muchas veces sufren, ya que, con calles adaptadas, pueden acudir a actividades, paseos y encuentros con mayor facilidad. 
  4. Apoyo a la salud física y mental: el acceso a espacios seguros para caminar permite que los mayores puedan realizar actividad física moderada, como paseos diarios, que son beneficiosos tanto para la salud física como mental. La accesibilidad urbana contribuye a que mantengan una rutina de movimiento que ayuda a mejorar su salud cardiovascular, la movilidad y el estado anímico, favoreciendo un envejecimiento saludable.
  5. Crear una ciudad inclusiva y sostenible para todos: pensar en una ciudad accesible no solo beneficia a las personas mayores, sino que favorece a toda la ciudadanía. Calles sin barreras, bien adaptadas y con infraestructura adecuada son también útiles para personas con movilidad reducida, padres y madres con carritos de bebé y turistas. 

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