Llega un momento de la vida que no puedes ser autosuficiente, que tú mismo no puedes cocinar, ni limpiar, ni apenas realizar actividades básicas de higiene como ducharte. Las personas mayores necesitan ayuda cuando alcanzan una cierta edad o tienen algún tipo de enfermedad temprana. Por lo general, muchas familias se apoyan en una cuidadora interna que atienda a sus mayores. Sin embargo, no en todos los casos es efectivo, puesto que requieren de tanta ayuda y tienen tantas necesidades que es posible que los cuidadores no estén lo suficientemente cualificados o no tengan los medios necesarios a su disposición.
Por este motivo, existen las residencias, pero no son de plato de buen gusto para todas las personas mayores. Ellos sienten, (o en su gran mayoría), que no están en su casa, que les estamos sacando de su zona de confort. Y, aunque haya muchas actividades y buenas instalaciones, no dejan de ser unas vacaciones sin vuelta a casa, sin regreso a su hogar, y es difícil de asimilar y de aceptar.
Los cuidadores tienen como objetivo cuidar de las personas mayores o con algún tipo de discapacidad prematura, pero quizás en casa de estas personas no pueden sacar todo su potencial para ayudar, porque no tienen medios. Por ejemplo, una persona mayor por lo general no tiene en su casa una sala de rehabilitación, con máquinas para fortalecer los músculos, o no tienen otros compañeros con los que poder relacionarse y practicar las conversaciones cotidianas para no quedarse sin habla. Son ejemplos muy sencillos, que una residencia sí tiene acceso a ello y un hogar, (por lo general), no.
De este modo, nos damos cuenta de la importancia de las residencias. Hay que convertirlas en hogar, y no solo en “centros de mayores”, porque para ellos no es un edificio de paso, es su próxima casa, en la que van a pasar el resto de su vida. Por ello, hay que llenar estos espacios de amor y cariño, poner todo nuestro empeño en que sean centros apropiados, con todas las necesidades cubiertas, con cuidadores expertos en las necesidades de cada mayor, y así con todo.
Siete formas de entender las residencias como el hogar de los mayores
Las residencias de mayores no solo son un lugar donde los ancianos reciben atención, sino que se han convertido en una extensión de sus hogares.
- Atención personalizada: las residencias modernas ofrecen un enfoque personalizado, adaptado a las necesidades y preferencias de cada residente. Esto incluye desde planes de alimentación hasta actividades recreativas, permitiendo que cada persona mantenga su identidad y estilo de vida.
- Conexión emocional: para muchas personas mayores, las residencias se convierten en un entorno donde se crean lazos con otros residentes y el personal. Estas conexiones emocionales son fundamentales para generar un sentido de pertenencia, haciendo que las residencias no sean un simple lugar de estancia, sino un verdadero hogar.
- Espacios adaptados: las instalaciones están diseñadas para ofrecer comodidad y accesibilidad. Desde habitaciones personalizables hasta áreas comunes que promueven la interacción social, las residencias están pensadas para que los mayores se sientan cómodos y seguros, como si estuvieran en su propia casa.
- Actividades que fomentan el bienestar: las actividades recreativas, culturales y físicas que se ofrecen están orientadas a promover el bienestar tanto físico como mental. Participar en estas actividades permite a los mayores mantenerse activos, sentirse útiles y disfrutar de su tiempo, lo que refuerza la idea de que la residencia es un espacio donde pueden seguir desarrollándose.
- Apoyo y compañía constante: el hecho de contar con apoyo profesional las 24 horas del día proporciona a los residentes una tranquilidad que es difícil de lograr en el hogar. Este acompañamiento continuo, sumado a la posibilidad de convivir con otras personas en su misma situación, aporta una sensación de seguridad y confort que hace que la residencia se convierta en un verdadero refugio.
- Mantenimiento de la independencia: aunque se les proporciona el apoyo necesario, muchas residencias promueven la autonomía de sus residentes en la medida de lo posible. Esto incluye la libertad para decidir cómo quieren pasar su tiempo o qué actividades realizar, lo que contribuye a que mantengan su dignidad y se sientan en control de sus vidas.
- Integración con la familia: las residencias suelen facilitar la integración de la familia en la vida diaria de los residentes. Las visitas, actividades conjuntas y las facilidades para mantener el contacto con los seres queridos permiten que los mayores no pierdan el vínculo familiar, lo que refuerza el sentido de hogar.
Las residencias de mayores están evolucionando para convertirse en lugares que, lejos de ser fríos e impersonales, ofrecen un entorno cálido y acogedor, donde los residentes pueden vivir con dignidad y sentir que están en casa.