La salud mental es clave en la calidad de vida de los adultos. Con estrategias como la rutina, el ejercicio y el apoyo social, se puede reducir la ansiedad y mejorar el bienestar.
Tener problemas en la vida es algo natural que todos hemos experimentado alguna vez, aunque sean muy pequeños y casi sin importancia, pero te han afectado de una manera u otra en algún punto de tu vida. Es cierto que cada problema tiene su grado de relevancia y no por ello hay que menospreciarnos o llamarnos exagerados comparándolos con otros más fuertes. Sin embargo, cuando el problema juega con la salud, todas las dificultades restantes dejan de ser importantes. Cuando tenemos salud, lo tenemos todo. 

La salud mental es un problema real, el cual no se visualiza tanto como debería hacerse. Además, parece que en nuestra mente; la frase “salud mental” solo puede ir hilado a la palabra “jóvenes”, y no es así. Los adultos también sufren problemas relacionados con el malestar anímico o emocional. Según el último Informe del Sistema Nacional de Salud publicado por el Ministerio de Sanidad, el 34% de los españoles padece algún problema de salud mental. En el caso de las personas de entre 50 y 85 años, esa tasa se eleva hasta el 40%. Y, a partir de los 85 años, la prevalencia se desata hasta el 50%.

Los mayores problemas en cuanto a salud mental, que destacan entre los adultos de nuestro país son los trastornos de ansiedad y depresión que se acentúan llamativamente por encima del resto de apuros. 

7 consejos para evitar o reducir la ansiedad y la depresión en adultos

  1. Mantener una rutina diaria: establecer horarios regulares para las actividades diarias, como el trabajo, las comidas y el descanso, ayuda a crear estabilidad. Mantener una estructura en el día a día puede aportar una sensación de control y reducir la incertidumbre, uno de los factores que contribuye a la ansiedad.
  2. Ejercicio físico regular: realizar actividad física de manera frecuente es clave para mejorar el estado de ánimo y reducir el estrés. El ejercicio libera endorfinas, hormonas que generan sensaciones de bienestar, y al mismo tiempo disminuye la producción de cortisol, la hormona del estrés.
  3. Fomentar el apoyo social: establecer y mantener relaciones cercanas con amigos, familiares o grupos de apoyo puede aliviar la soledad y proporcionar un entorno en el que compartir preocupaciones. Las interacciones sociales actúan como un amortiguador frente a los efectos negativos del estrés.
  4. Practicar la meditación y la respiración consciente: el mindfulness y la meditación han demostrado ser herramientas eficaces para calmar la mente y reducir la ansiedad. Dedicar unos minutos al día a concentrarse en la respiración o en el presente ayuda a frenar los pensamientos negativos que suelen acompañar a la depresión.
  5. Alimentación equilibrada: mantener una dieta saludable rica en nutrientes es esencial para el bienestar mental. Alimentos como frutas, verduras, cereales integrales, frutos secos y pescados ricos en omega-3 favorecen el funcionamiento cerebral y ayudan a equilibrar los niveles de energía y ánimo.
  6. Limitar el consumo de alcohol y cafeína: tanto el alcohol como la cafeína pueden agravar los síntomas de ansiedad y depresión. Mientras que el primero es un depresor del sistema nervioso central, el segundo puede aumentar la sensación de nerviosismo y dificultad para relajarse. Reducir su consumo ayuda a estabilizar el estado emocional.
  7. Buscar apoyo profesional: si la ansiedad o la depresión persisten, es importante acudir a un profesional de la salud mental. La terapia psicológica, como la cognitivo-conductual, o el apoyo farmacológico bajo prescripción médica, pueden ser muy eficaces en el tratamiento de estos trastornos.

Implementar estas estrategias puede ayudar a reducir los síntomas de ansiedad y depresión y mejorar la calidad de vida de quienes los padecen.

El aumento de depresión o ansiedad en adultos se ha vinculado a diversos factores, como la incertidumbre económica, el estrés laboral y la creciente presión social. Además, la pandemia de COVID-19 ha sido un detonante clave en el agravamiento de estas patologías, exacerbando el malestar psicológico y aumentando la demanda de servicios de salud mental en el país.

Expertos en psicología advierten que, aunque la conciencia sobre estos trastornos ha crecido, aún persiste una notable falta de recursos y atención adecuada para abordarlos. Muchos afectados tardan en recibir tratamiento o simplemente no acceden a él, lo que dificulta su recuperación y bienestar a largo plazo.

En respuesta a esta situación, se están impulsando para mejorar el acceso a terapias y tratamientos efectivos, con el objetivo de reducir la carga que la ansiedad y la depresión suponen para los individuos y la sociedad en general.

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