San Luis Orione dedicó su vida al cuidado de los más vulnerables. Su legado sigue vivo en obras que promueven la atención digna, compasiva y cristiana a personas dependientes en todo el mundo.

La Fundación Luis Orione conmemora hoy, 12 de marzo, la fiesta del santo fundador de la Pequeña Obra de la Divina Providencia, San Luis Orione, figura luminosa de la Iglesia y apóstol incansable de la caridad cristiana. En esta jornada de especial significado para la familia orionista en todo el mundo, se recuerda con gratitud y devoción a quien dedicó su vida al servicio de los más necesitados, impulsado por un amor ardiente a Cristo, a la Iglesia y al Papa.

Nacido en Pontecurone (Italia) el 23 de junio de 1872, Luis Orione fue discípulo de San Juan Bosco y, ya desde su juventud, destacó por su entrega a los pobres y a los jóvenes. A los 20 años fundó su primer colegio para muchachos sin recursos y, en 1895, fue ordenado sacerdote. Apenas ocho años después, el 21 de marzo de 1903, nacía canónicamente la congregación de los Hijos de la Divina Providencia, germen de una gran familia espiritual al servicio de “los pequeños, los pobres y el pueblo”.

A lo largo de su vida, San Luis Orione fundó también las Pequeñas Hermanas Misioneras de la Caridad, las Adoratrices Sacramentinas Invidentes, las Contemplativas de Jesús Crucificado y diversos movimientos laicales orionistas, todos ellos animados por el mismo deseo de llevar almas a Dios por medio de la caridad.

Un legado de amor y entrega sin límites

Con espíritu incansable y profundamente unido a la Iglesia, Don Orione fue un hombre de acción y oración. Afrontó con valentía los desafíos de su tiempo: el secularismo, el modernismo, la cuestión social. Asistió a las víctimas de los terremotos de Reggio y Messina (1908), y el de la Marsica (1915), y fundó los emblemáticos Pequeños Cottolengos: hogares de acogida para los más abandonados, testigos vivos del Evangelio y faros de esperanza en las periferias de las grandes ciudades.

Su celo apostólico lo llevó a tierras lejanas: Brasil, Argentina, Uruguay, Chile, Inglaterra, Albania… Siempre con una sonrisa, con las manos llenas de trabajo y el corazón encendido en la caridad. Fue consejero de Papas, constructor de santuarios marianos, predicador del amor de Cristo en plazas, procesiones y obras sociales.

Don Orione falleció santamente el 12 de marzo de 1940 en Sanremo, pronunciando el nombre de Jesús. Fue beatificado por san Juan Pablo II en 1980 y canonizado por el mismo pontífice el 16 de mayo de 2004.

Un faro para nuestros días

Hoy, 85 años después de su paso al cielo, San Luis Orione sigue inspirando con la fuerza de su ejemplo. Su vida fue una entrega total a la Providencia, una opción radical por los últimos, una proclamación viviente de que el amor todo lo puede.

Hoy la Familia Orionita se extiende en una treintena de países y constituye, a través de laicos, religiosos, religiosas y sacerdotes, una importante presencia eclesial que continúa el camino marcado por el Fundador: hacer que Cristo esté presente en todas las cosas.

Desde la Fundación Luis Orione, nos unimos en oración y gratitud con toda la familia orionista para renovar el espíritu de servicio y fidelidad al carisma recibido. Que el testimonio de San Luis Orione, humilde siervo de Cristo y de los pobres, siga guiando nuestra misión y despertando vocaciones de entrega alegre al prójimo.

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