Generalmente las personas que trabajan en estos tipos de centros son trabajadores sociales. Estos se encargan de proporcionar apoyo emocional, además de asistencia para resolver problemas sociales, financieros o legales que pueden afectar tanto a los residentes, como a sus familias. En estos centros, también es fundamental la profesión de terapeuta ocasional o temporal, puesto que las discapacidades son físicas y mentales. Estos trabajadores se encargan de mejorar la movilidad, fuerza, coordinación y habilidades motoras, para lograr tener cada vez más independencia y mejorar su calidad de vida. El objetivo es que por sí solos puedan hacer todo lo que se les ponga por el camino, y con ayuda profesional es más fácil de conseguir.
Por otro lado, están los enfermeros y los auxiliares de enfermería. Brindar atención médica directa a los residentes, incluyendo administración de medicamentos, tratamiento de heridas, monitoreo de signos vitales y coordinación con el equipo médico, es fundamental. Además, los auxiliares ayudan con este tipo de actividades que se da diariamente entre los residentes, incluyendo alimentación, higiene personal, movilidad y administración de medicamentos bajo la supervisión de personal médico o de enfermería.
A su vez, hay un tipo de trabajadores que no tiene un tratamiento tan cercano con las personas dependientes, pero cada día ven la situación del centro, y también les afecta. En primer lugar, destaca el personal de limpieza, cuyo trabajo es vital para tener una buena convivencia. Los trabajadores que se encargan de la limpieza y del mantenimiento velan por mantener limpias las instalaciones, así como seguras y ordenadas. Trabajan tenido en cuenta el entorno saludable que quieren proporcionar a los residentes y al resto del personal. En segundo lugar, el personal de cocina, que se encarga de preparar todas las comidas nutritivas y adecuadas para las necesidades dietéticas de cada residente. También gestionan la distribución de alimentos y la limpieza de las áreas de cocina. En tercer lugar, algunos trabajadores son los responsables de organizar actividades y programas recreativos y sociales para fomentar el entretenimiento de los residentes. Los principales son los juegos, ejercicios, manualidades, música o salidas para promover el bienestar emocional y social en su esencia más pura y feliz.
Los empleados de centros de personas con discapacidad pueden experimentar una amplia gama de emociones y sentimientos, que pueden variar según el rol específico que desempeñen, la cultura del centro, las condiciones de trabajo y las interacciones con los residentes. A su vez, cada rol de los trabajadores va hilado a una responsabilidad u otra.
Entre tanta pregunta retórica o interrogaciones con respuesta fácil, nos preguntamos ¿por qué? ¿Por qué tanta dedicación y amor por lo que hacen? ¿Qué tipo de emociones, reacciones y sentimientos tienen los trabajadores de un centro para personas dependientes o con discapacidades? Una primera respuesta iría hilada a la satisfacción y realización personal de cada empleado. Muchos encuentran una felicidad plena en su trabajo al atender, cuidar y apoyar a las personas con discapacidad. Ver el progreso y el bienestar de los residentes que están consiguiendo en parte gracias a ellos, puede ser profundamente gratificante.
Otra respuesta muy común es la empatía y la compasión. Los empleados suelen desarrollar relaciones cercanas con los residentes y pueden sentir una conexión principalmente emocional por los desafíos que enfrentan. Esto puede motivarlos a brindar un cuidado de alta calidad y a ser comprensivos con las necesidades individuales de cada persona.
Todas estas respuestas positivas no quieren decir que no haya sensaciones opuestas, también hay sentimientos negativos que abruman la mente de los empleados. Esto, sí que respondería teóricamente al “¿Cómo les afecta mentalmente esta situación?”
Trabajar en centros para personas con discapacidad puede ser emocionalmente exigente y físicamente agotador. La falta de recursos, la burocracia o las largas horas de trabajo pueden llegar a ser muy frustrantes. Todo esto sumado a la carga emocional y de trabajo que tiene el cuidado especial y delicado de cada residente. A cada uno le pasa algo diferente, todos tienen necesidades, las cuales hay que entender y dedicarles tiempo y esto puede derivar en el agotamiento de algunos empleados. Los empleados miran constantemente por el bienestar y el futuro de los residentes, así como por las políticas y regulaciones que afectan su trabajo. El estrés y la preocupación también puede surgir de situaciones desafiantes o conflictivas.
A pesar de los desafíos, muchos empleados encuentran momentos de alegría y diversión en su trabajo. Celebrar logros, participar en actividades recreativas y compartir momentos especiales con los residentes pueden crear experiencias positivas y fortalecer el sentido de comunidad en el centro. Aunque se enfrenten a emociones complejas durante el transcurso de su trabajo tienen que tener la cabeza fría y buscar un ambiente de apoyo, recursos adecuados y los mejores programas de bienestar emocional y mental. Esto no quita, que la parte más cálida del corazón de los empleados, esa que apela a las emociones, también sufra, llora y ría con ellos.
Por supuesto que, tener la oportunidad de trabajar con personas con discapacidad impulsa la aceptación de la diversidad y la no discriminación. Es un cambio de actitud feroz en los trabajadores y consigue eliminar estereotipos. Por tanto, la incorporación de personas con discapacidad agrega valores muy humanos, es un sentimiento muy agotador, pero a su vez muy gratificante.